Ayer descubrí un oasis en el desierto. Cerca de mi casa hay un típico bar de barrio el cual tiene una terracita muy maja para tomarte unas cervecitas cuando quedas con los colegas. Está muy bien, sólo falta un camarero eficiente o en su defecto una camarera que esté buena y te haga las esperas más llevaderas porque aquí sucede que el barman es un hombre entrado en años que se lo toma con mucha calma, vamos como quien vive en Malibu, joder que sólo éramos dos mesas con gente en todo el bar, luego se fue llenando y el barman empezó a darse vidilla ahí aprendí que uno se crece en la adversidad, cuando se avecina una tromba de trabajo el tío acelera el ritmo, a su manera eso sí, aunque le vi algo despistado, para mi que estaba con una tajada encima que no veas, pero la edad es un grado y lo sabía disimular muy bien, cuando dijo con su voz de fumador cazallero "estáis en vuestra casa" ya me di cuenta de que se le iba la pinza al buen hombre, empecé a sufrir por él, llevar el bar sólo con la tajada que llevaba encima, uf, qué dura es la vida con lo agustito que estaba yo tirado en la silla bebiendo una jarra detrás de otra, bueno al ritmo que marcaba el barman susodicho, y es que la vida es cuestión de ritmos, aquí en Madrid somos bastante acelerados comparados con el resto de sitios que he visitado estas vacaciones, recuerdo en Santillana del Mar que desde que pides algo hasta que te lo sirven te da tiempo a leer varios capítulos del Quijote, no entiendo como se puede ser tan sumamente lento en el servicio al cliente, por dios que imagen dan, ni el camarero de mi barrio era tan lento.
Más madera.-
4 comentarios:
¡Qué bueno!!
Este relato me ha parecido super gracioso...
Saludos: Kylba
Pues si lo hubieras vivido...
Otra vez dí el nombre del garito que nos dejas con la intriga.
Ahora no lo recuerdo pero cuando me pase por allí anoto nombre y dirección, es un bar de barrio con su terracita para el verano.
Saludotes.-
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