Aprovecho un downtime laboral para escribiros mis novedades. Parte 1.
Al principio te sientes un poco desubicado en el nuevo entorno que has elegido y diseñado para vivir, no están las llaves de la luz en su lugar, no está la comida en su lugar (ni en ningún otro), la cama tampoco está igual, ni nada!!!, ahora me faltan cosas que voy descubriendo con el día a día: un cuchillo que corte de todo y no sólo sirva para untar mantequilla y mermelada, una esponja para la ducha, papel higiénico, un canford para limpiar los zapatos, pinzas para tender la ropa…
El caso es que descubres que ciertos misterios de la vida no son tal, como el caso del cubo mágico; uno estaba acostumbrado a echar la ropa sucia en el cubo mágico, la echabas ahí para después de unos días encontrartela limpia y doblada, ahora despiertas de la inocencia y sabes que no era mágico.
Otro misterio es la similitud del desierto americano con espacios de tu casa, descubres unos molinillos rodando cual películas del oeste, a lo largo de tu pasillo o en tu salón y que no sabes por dónde han llegado pero que están ahí, y te ves en la compleja situación de hacer frente a ellos con las armas de que dispones: escoba y cogedor. (¿De dónde cojones saldrán tantas pelusas?)
Ahora hay que llenar la nevera para que tenga algo y no parezca la casa de un soltero, toda llena de bebidas que hasta hace bien poco era lo que tenía.
El baño no se limpia sólo, se ensucia sólo, y esos pelos largos en el lavabo –que no son míos- crecen como mala hierba sin que nadie se explique su origen desconocido.
Continuará...
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